jueves, 6 de junio de 2013

Ensayo Expositivo

Necesidad del corazón docente en la educación de la sociedad.

Al pasar el tiempo y durante el transcurrir de los años podemos observar qué una de las profesiones que se mantiene viva es la del maestro; si miras a tu alrededor, dentro de tu propia vida o indagas en tus antepasados; te darás cuenta que hay historias de maestros que contar.           

Si analizas detalladamente, veras que la mayoría, por no decir todas las personas que te rodean han pasado por las manos de uno, sino varios docentes que en su humilde labor, contribuyeron con la formación de su carácter y propósito de vida. El médico, alguna vez pasó por la escuela, el abogado también lo hizo y otros muchos, quizás aún se encuentran en las aulas de muchos centros educativos; de hecho, los mismos maestros que educaron a este médico o al abogado, pasaron por otros docentes para poder ejercer su labor.

La labor docente no es tarea fácil, ni tampoco debe tomarse a la ligera, es una labor que requiere de amor y cuidado, de razón y de corazón; mucho más, teniendo en cuenta que la sociedad actual trae consigo no solo un sinfín de avances tecnológicos, sino también una serie de realidades y problemáticas que a diario se ven reflejadas en las aulas de clase de centros educativos tanto públicas como privados y muchas de ellas no se encontraban tan comúnmente en décadas pasadas.

A partir de allí, quienes deseamos desempeñar exitosamente la labor docente debemos tener en cuenta que es de vital importancia recibir la educación adecuada, prepararnos correctamente para enfrentarnos a la realidad educativa que se vive hoy en día, para guiar por el buen camino a esos seres que se nos han encomendado y que en ocasiones traen cargas emocionales como padres separados, abusos sexuales, físicos o psicológicos, falta de uno de sus padres por causas naturales o violentas y así como estas, muchas otras circunstancias desafortunadas que se reflejan tanto en su conducta como en su rendimiento académico.

Adicionalmente, debemos poner el corazón, tratar de entender éstas y otras realidades y en la medida de lo posible ayudar a nuestros estudiantes; pero mucho cuidado, no podemos inclinar la balanza más para un lado que para el otro, es necesario equilibrar la razón y el corazón para cumplir bien nuestra labor; ayuda pero no te involucres de lleno por que será uno más perdido en el problema y uno menos buscando solución; exige, pero no al límite en el que llegues a ser inflexible, eso sí, bríndales todo el conocimiento que puedas, sin pasar por alto los lineamientos que son tu carta de navegación. Prepárate! Y no poco, porque cada día, el mundo presenta cosas nuevas, cosas por descubrir, cambios que manejar y en tus manos está la responsabilidad de EDUCAR, de dar vida a esas seis vocales, de ejecutar en cada estudiante ese verbo.

Cada docente debe tener la plena conciencia de lo que significa esta palabra y a partir de allí analizar detenidamente su vocación ya que como se dijo anteriormente, no es una tarea fácil y esto lo demuestra la siguiente frase: “el error de un medico se sepulta, el error de un abogado se penaliza, pero el error de un maestro se padece en ocasiones para toda la vida “. Por ello, tomemos la responsabilidad en nuestras manos y pasemos a darnos cuenta de que la sociedad pide a gritos buenos maestros, que formen bases sólidas en valores, en temor de Dios, en personalidades definidas, en visión clara del mundo en que habitamos.

Necesitamos docentes capaces de enseñar a un niño a pensar, a analizar, a argumentar y a expresar su opinión; necesitamos educar a seres autónomos, dueños de sus actos y decisiones, creadores de ideas eficaces; que no sean títeres de un sistema que quiere llevárselos por delante, que sientan y se comprometan a ser útiles para la sociedad futura. Y sabiendo esto, te pregunto a ti futuro maestro, ¿tienes el corazón y la razón para enfrentar este reto? La respuesta solo la tienes TÚ.

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